Cuando la mayoría de los animales perciben que sus crías están en peligro, pueden pasar de ser cariñosas a mortales en un santiamén. En 2006, Fiona Boyd, una mujer de Escocia, descubrió que las vacas lecheras no son diferentes. Boyd intentaba trasladar a una de sus vacas de 1.300 libras y a su ternero a otro edificio de su propiedad, cuando el bebé empezó a mostrarse inquieto, lo que provocó la ira de su madre contra su cuidador. La enorme vaca tiró a Boyd al suelo, se puso encima de ella y estuvo a punto de aplastarla cuando de golpe el caballo de la mujer, Kerry Gold, corrió hacia ella y empezó a patear al bovino con sus patas traseras hasta que se este se alejó, permitiendo a Boyd arrastrarse bajo una valla y escapar.