Durante un año, Hiroo disfrutó de su vida en China como ciudadano japonés. Ya no dependía de sus padres. Sin embargo, sus ambiciones para con su carrera laboral se vieron truncadas tras el ataque furtivo del Imperio Japonés a la base naval estadounidense de Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941. A penas unos días después, Japón declararía la guerra a Estados Unidos. Las discusiones sobre la guerra eran, por supuesto, inevitables y, día a día, más y más gente se alistaba en el ejército japonés. Durante unos meses, Hiroo no escuchó nada. Entonces, en mayo de 1942, recibió una misteriosa carta en su correo.