Cuando se observa el rostro del ciudadano japonés Hiroo Onoda en su foto de 1939, parece ser un joven normal y corriente de 17 años. Por aquel entonces había empezado a trabajar por primera vez tras haber conseguido un puesto en una empresa comercial, con el objetivo de establecerse en China y conseguir cierta independencia de sus padres. En su autobiografía, 30 años solo en la guerra, afirma: “China era tan grande que seguro que había muchas oportunidades allí, yo tenía 17 años y no quería seguir viviendo a costa de mis padres. Tras ahorrar algo de dinero, Hiroo alcanzaría su objetivo. Sin embargo, algo estaba a punto de suceder, algo que pondría su vida y el mundo patas arriba.