Hoy en día, el poderoso rugido de las Cataratas del Niágara atrae a millones de turistas cada año. Y para muchos, las agitadas aguas son un recordatorio constante de lo poderosa que puede ser la Madre Naturaleza. Pero hace más de cinco décadas, el famoso torrente se convirtió en un mero goteo mientras los ingenieros investigaban lo que ocurría entre bastidores.