Sydney Smith tenía unos veinte años cuando empezó a creer que su sueño de convertirse en una “mujer jirafa” podría hacerse realidad. Por aquel entonces, había ya pasado unos tres años utilizando más de diez anillos de cobre en un intento por comenzar, de una forma lenta pero segura, el proceso para extender y ampliar las dimensiones de su cuello. Poco a poco las cosas estaban empezando a encajar lentamente, pero la joven no estaba satisfecha del todo, pues todavía no había llegado al objetvo que se había fijado, y no estaba dispuesta a deternese ahí, por lo que decidió seguir adelante a fin de obtener el look que tanto deseaba.