En última instancia, el Departamento de Sostenibilidad y Medio Ambiente de Australia (DSE) sonó la campanada de la muerte para Wildlife Wonderland. Según el DSE, los propietarios habían desalojado al operador del parque por intentar gestionarlo sin la licencia necesaria. Y como consecuencia, Wildlife Wonderland se vio obligado a cerrar definitivamente en febrero de 2012.