Melissa sintió pena por la mujer, pues nadie quiere mendigar, pensó. Debía de encontrarse en una situación terrible. No sólo era una indigente, sino que además tenía una familia a la que debía alimentar. Cada vez que Melissa iba de compras, se cruzaba con esta mujer. Y así fue durante un par de meses. Melissa pensó que si la mujer pedía limosna bajo el sol abrasador, todos los días, estando embarazada, debía estar muy necesitada. Pero, Melissa sintió esta duda persistente en su mente. Había algo en ella que le resultaba extremadamente sospechoso, pero en aquel momento no sabía muy bien decir a ciencia cierta cual era la pieza del rompecabezas que faltaba…
