Joey Mason estaba en cuarto grado cuando comenzó a sufrir acoso escolar, aunque este era muy leve. Por ello, prefirió quedarse jugando con su perro y con su gato. Vivía en una comunidad residencial de Toronto, Canadá, y cerca de su casa había un hermoso parque donde los niños jugaban. Con frecuencia acudía a aquel parque después del colegio para jugar con su pelota. Hasta que una vez, después de la escuela, su parque favorito acabó transformándose en una auténtica pesadilla para él. Y es que los niños mayores que había en el parque parecían no hacer nada bueno…